Stella Maris Capriata se graduó de Médica, por la Universidad de Buenos Aires, en 1972. Luego estudió la carrera de Psicoanálisis, en la Asociación Psicoanalítica Argentina, institución de la que fue miembro hasta 1997. Carolina Gorlero es Lic. en Psicología. Ambas forman parte del equipo de admisión de pacientes, atienden terapias individuales y coordinan grupos terapéuticos en Fundación Convivir.¿Cómo es el trabajo con los pacientes?
Carolina Gorlero: En Fundación Convivir brindamos un tratamiento ambulatorio, que implica que los pacientes asisten a nuestra institución algunas horas por día, de lunes a viernes, y trabajamos con dispositivos como grupo terapéutico, terapias individuales, control psiquiátrico semanal y talleres de actividades, que incluyen actividad corporal, como el taller de tai-chi, el taller anti-estrés y el de ping-pong, y otros como el espacio de arte-terapia, el de panadería y el de cine. Empleamos una terapia múltiple con un enfoque psicoanalítico ajustado a la problemática de la adicción, que no sólo requiere la atención dentro del consultorio y puertas adentro de la institución. Trabajamos con patologías donde la subjetividad está en crisis, con desbordes muy fuertes que requieren la atención de urgencias y en las que hay que contener al paciente y a sus familias. Muchas veces debemos indicar internaciones breves, brindar sostén telefónico los fines de semana, realizar interconsultas con otros profesionales, etc.
¿Cómo es el cuidado y el seguimiento de cada uno de los pacientes? ¿Hay un trabajo individualizado?
Stella Maris Capriata: Sí, claro, desarrollamos un trabajo grupal que a veces apunta a la generalidad del grupo pero que generalmente lo hace a la singularidad del sujeto. También en las terapias individuales y en la atención psiquiátrica aplicamos un trabajo dirigido a la singularidad.
CG: En las reuniones de equipo, que son semanales y que cuentan con la participación de todos los profesionales de la Fundación, hacemos el seguimiento de cada paciente de manera individual. Allí exponemos e intentamos abordar sobre todo los casos de los pacientes que se encuentran en momentos de mayor inestabilidad y vulnerabilidad, y las decisiones las tomamos en equipo, apuntando a la subjetividad y al momento puntual de ese paciente.
¿Cómo consiguen consensuar?
SMC: Somos un equipo de diez personas que tomamos las decisiones en conjunto. La orientación de todo el trabajo de la Fundación está consensuada por este grupo y esa una de las herramientas clave de su funcionamiento. Podemos tener diálogo llano, acuerdos y desacuerdos, discutir y pensar juntos; eso es imprescindible para el trabajo de la Fundación. Nos puede fallar algún tratamiento, tener éxitos o fracasos, pero la estructura no se quiebra porque hay un equipo muy fuerte, muy sinérgico y con un funcionamiento transversal.
En caso de que los pacientes falten, ¿cómo se hace el seguimiento?
CG: Siempre hacemos un seguimiento telefónico. Cada paciente tiene una historia clínica que vamos actualizando de manera diaria con todas las actividades que hace y, en general, cuando falta, los coordinadores del grupo o los terapeutas individuales hacen un llamado telefónico para ver qué sucedió. Lo que hacemos como primera instancia es tratar de ubicar al paciente, si no lo conseguimos, en un segundo momento buscamos al familiar responsable porque, como son pacientes graves, muchas veces están en situación de riesgo y por la propia adicción suelen ocultar el consumo por no poder trabajar en lo que les está sucediendo. En los momentos de crisis, la persona no puede responder por sí misma y por eso el familiar responsable es importante.
SMC: Hay que hacer una salvedad: a veces los pacientes que llegan lo hacen sin familia o con una familia desmembrada o con mucho conflicto y que no quiere saber ya de él. Ante esa situación hay que crear una red.
¿Cómo se actúa con los familiares?
SMC: Hay un grupo semanal de orientación familiar en el que intentamos no hacer una devolución de lo que pasa con el paciente sino que funcione como un grupo de trabajo de elaboración terapéutica de la propia estructura familiar y del paciente, porque a las familias les cuesta muchísimo admitir que la adicción es una enfermedad y que sus hijos no son personas que eligen consumir por descarriados, viciosos y todas esas palabras que los estigmatizan; ésta es una enfermedad real, desde lo psicológico, lo biológico y lo social. A veces hay familias que logran dar vuelta su visión y alojar al adicto y otras no, ya que presentan una necesidad de mantenerlo como paciente.
¿Se trabaja en grupos de familiares de distintos pacientes?
SMC: Sí, se conversa entre todas las familias. Un familiar hace una pregunta sobre algo referido a su hijo/a, su hermano/a, su padre o madre, entonces la devolución que hay que hacer debe apuntar a responder a lo que está preguntando, pero generalizando el concepto de la enfermedad como adicción, de los trastornos a nivel orgánico que acarrea. Tratamos de brindar toda la información posible para que tengan herramientas para darse cuenta de que no es un capricho del paciente. La dinámica que se genera es de mucha movilización, muy motivadora, muy tranquilizante para las familias ya que entienden que no solo a ellos les pasa.
CG: De hecho el grupo terapéutico de los pacientes también está implementado de esa misma manera ya que brinda la posibilidad de salirse de la propia subjetividad para poder ver un enfoque diferente, sino la mirada es siempre sobre el propio problema y sobre las propias dificultades.
¿Cómo se tratan las recaídas?
SMC: La recaída es un hecho esperable en la adicción tomada como enfermedad. En esta institución no tiene sanción moral como en otras donde es motivo de expulsión o de retraso de avance en el tratamiento. La recaída es un hecho tratable como cualquier otra cosa de la vida del sujeto, como cualquier otro síntoma. Nuestro trabajo en prevención de recaídas es darles las herramientas, mostrarles cómo descubrir dentro de ellos las situaciones que predicen una recaída.
¿Cómo se previenen?
SMC: El paciente empieza a conocer sus síntomas y los empieza a trabajar en el grupo y de manera individual con el psiquiatra. A veces necesita aumentar la medicación, a veces no y tan sólo alcanza con una charla, un llamado telefónico. El tiempo de compulsión, de búsqueda de una sustancia, no es una eternidad sino un tiempo corto que, si el paciente logra sortear al encontrar una voz del otro lado, pasa.
CG: Una recaída puede ser una vuelta al consumo, que se acota, que se trabaja, que se puede charlar y demás. Pero también está la recaída que implica el retorno al consumo de una manera desmedida, en ese momento es cuando aparece el riesgo de vida del paciente. En esos casos lo que hacemos es indicar la internación breve para desintoxicación y para que el paciente recupere algo del tiempo de abstinencia y pueda volver a hacer un trabajo ambulatorio.
¿Hay un tiempo estandarizado de tratamiento?
SMC: No, porque la adicción es una enfermedad tratable pero crónica, por lo tanto es imposible acotarla a un tiempo de tratamiento.
¿Cuáles son los dispositivos especiales cuando los pacientes no están preparados para ingresar directamente a trabajo grupal?
CG: Lo que hacemos en esos casos es ver qué tipo de problemática le dificultaría el trabajo en grupo, ya que no todos los pacientes no están preparados para entrar a un trabajo grupal por los mismos motivos. Primero se ofrece un tratamiento individual en el que se refuerza la terapia individual a dos o tres sesiones semanales. Ya en la admisión se lo estimula para que participe de los talleres de actividades, de modo que vaya conociendo a los otros pacientes sin necesidad de exponer su problemática subjetiva y pueda ir integrándose y generando transferencias con los pares. Entonces de esa manera, con un tiempo de adaptación en el que el paciente además establece un lazo transferencial con el profesional y con la institución, pueda ir sintiendo la confianza suficiente como para luego ser sumado al grupo.
¿Cuál es su valoración de este trabajo?
SMC: Creo que un sentimiento compartido por todos es que es una patología muy difícil de tratar, que son pacientes altamente demandantes, pero que por alguna razón, quizás por su vulnerabilidad y quizás por la falta de redes familiares, motivan muchísimo al tratamiento; que convocan muchísimo como profesional. Este es un equipo que funciona –llamativamente- con una atención que abarca sábados, domingos, feriados, noches… los pacientes te llaman y si lo hacen es porque hay transferencia y si la hay es porque alguna cosa es posible.